HIAS encuentra formas de ayudar en Honduras

Por Sharon Samber

HIAS.org

HIAS encuentra formas de ayudar en Honduras

Habitantes del caserío El Buen Samaritano, municipio de La Lima, departamento de Cortés, Honduras, enero de 2021. Los habitantes de la zona, que se vio afectada por los huracanes Eta e Iota en 2020, están emigrando a Estados Unidos. (Orlando Sierra/AFP vía Getty Images)

Honduras se vio duramente afectada tanto por el COVID-19 como por los huracanes Eta e Iota de 2020. En un reciente viaje al país para ver cómo HIAS podría ampliar su presencia latinoamericana para ayudar, la nueva directora de HIAS para su programa de Emergencias y Ayuda Humanitaria, Carrie Taneyhill, vio cómo las comunidades también sufrían el desempleo y la violencia de las bandas.

Para Taneyhill, los retos que veía en lugares como Chamelechon y Choloma eran evidentes y se veían acentuados por el sonido de los disparos cercanos.

"Hay mucho margen para que HIAS sea inventiva y estamos bien posicionados para ayudar", dijo.

Con una presencia establecida sobre el terreno y trabajando en asociación con organizaciones locales, HIAS espera utilizar su experiencia para mejorar los esfuerzos de las organizaciones locales por reducir la violencia de género y establecer programas de apoyo y curación de traumas. Taneyhill visitó varios centros comunitarios financiados parcialmente por FUNADEH, socio local de HIAS, a través de USAID.

En la actualidad, muchos de estos centros cuentan con uno o dos "embajadores de la comunidad" que se relacionan directamente con los miembros de la comunidad. HIAS ampliaría este proyecto, ampliando el papel de los líderes comunitarios para incluir habilidades de gestores de casos.

Los centros tienen éxito y son vistos en las comunidades como espacios seguros y un destino para encontrar muchos tipos diferentes de ayuda. Algunas de las ofertas ya disponibles en los centros incluyen una escuela de belleza, programas de tutoría, un gimnasio, manualidades, formación empresarial y clases de informática. Mantener a los chicos y jóvenes alejados de las calles es una prioridad, y a veces incluso los videojuegos son la respuesta.

"Los niños son niños en cualquier país", dijo Taneyhill. "Una Playstation puede ser una herramienta de prevención de la violencia".

Muchas de las comunidades tienen que hacer frente a varias emergencias humanitarias simultáneas y prolongadas: los efectos de la pandemia en la salud y las oportunidades económicas, la destrucción causada por los huracanes, el desempleo y la violencia de las bandas. Por si fuera poco, muchas de las personas que viven en las comunidades siguen desplazadas internamente a causa de las catástrofes naturales.

Yessy Castillo, coordinadora del Centro de Ayuda Morales III de Chamelecón, dijo que su centro pudo ayudar a unas mil personas tras los huracanes proporcionándoles alimentos, ropa y enseres domésticos, y se mostró orgullosa de cómo el centro funcionó como herramienta de respuesta.

"Nos convertimos en un brazo para ayudar a los demás", dijo Castillo.

El retorno de los emigrantes intentados es una de las situaciones más delicadas con las que tienen que trabajar los embajadores. No es raro que personas económicamente estables en Honduras lo vendan todo para trasladarse a Estados Unidos. El coste medio del viaje es de 14.000 dólares pero, incluso con todo pagado, la mayoría fracasa y ni siquiera llega a México. Muchos quedan traumatizados psicológicamente, sufren robos y asaltos y regresan necesitando apoyo de salud mental y otro tipo de ayuda para empezar de nuevo.

Los trabajadores de extensión comunitaria quieren ayudar a los emigrantes que han regresado, pero también sienten la necesidad de explicar los riesgos a los que piensan marcharse. Algunos emigran por la economía, otros por la violencia, y aunque comprenden su derecho a emigrar, los riesgos reales son graves.

Taneyhill está de acuerdo en que, como consecuencia de los cambios en la economía a causa del COVID-19, como el cierre de microempresas, la gente pierde la esperanza y siente que tiene que marcharse. Pero emigrar no es una aventura positiva.

"Las historias con las que vuelven son bastante horribles", afirma.

A medida que disminuyan los efectos de la pandemia y con el apoyo adecuado de organizaciones como FUNADEH, la población local podrá volver a poner en marcha microempresas y mejorar la economía. En ese contexto, las familias y las comunidades se fortalecerán, los programas de prevención de la violencia podrán afianzarse y los riesgos de la migración podrán explicarse mejor. Trabajando con FUNADEH, con sus profundas raíces locales, HIAS se ha sentido realmente conectada con las necesidades de la comunidad, explica Taneyhill.

"Sería una verdadera oportunidad para mejorar las comunidades y capacitar a las personas para que desarrollen su propia capacidad de recuperación", afirmó Taneyhill.

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