Una pequeña suma conduce al empoderamiento a largo plazo de las mujeres de Cali
Por Beverly Goldberg
HIAS.org
27 de junio de 2023
Para preparar un delicioso salpicón, una ensalada de frutas tradicional de Colombia y Venezuela, se necesitan muchos mangos, piñas, fresas, plátanos, uvas, melocotones y un poco de zumo de papaya para unir todos los sabores. Algunas personas añaden jarabe de granadina, otras puré de sandía, pero cada salpicón tiene su propio sabor e identidad, como la persona que lo hace.
Yaneth del Carmen Ovalles conoce bien este proceso. Originaria de Venezuela, ahora sirve su salpicón desde su puesto de frutas en Cali, Colombia.
Ovalles participó en la escuela regional de emprendimiento de HIAS, que actualmente presta apoyo a migrantes, refugiados y miembros de la comunidad local desde una perspectiva de género en Colombia, Perú y Ecuador. Los participantes en el curso reciben formación financiera, cursos de capacitación y oportunidades de capital semilla para poner en marcha sus ideas de negocio. El programa, apoyado por el gobierno de Estados Unidos, ha atraído hasta ahora a 1.539 mujeres y participantes LGBTIQ+.
Ovalles llegó a Colombia en 2021 sin saber cómo sería su futuro. Decidió dejar su Venezuela natal con su marido para ayudar a unos familiares que luchan por llegar a fin de mes. A su llegada, el marido de Ovalles abrió un pequeño negocio de venta de fruta fresca en un puesto y, poco después, Ovalles decidió abrir su propio puesto. Entonces, se topó con el curso de emprendimiento de HIAS Colombia a través de una organización local que apoya a mujeres refugiadas y migrantes en Cali.
Ovalles ha visto una notable mejora en el éxito de su pequeño negocio desde que participa en el programa, lo que le ha permitido ganar independencia económica y enviar dinero a casa. "Antes de HIAS, vendía unas 15 raciones de salpicón al día. Ahora vendo unas 30", dice. "Aprendí a ahorrar dinero, a hacer un inventario de mis productos y también a organizar mis gastos".
Ovalles no fue la única participante de la escuela de emprendimiento de HIAS Colombia en Cali que experimentó profundos beneficios. Nanny Palacios viajó desde la provincia colombiana de Chocó, en la costa del Pacífico, hasta Cali con grandes sueños para su futuro. En un principio había puesto sus miras en Medellín, pero finalmente decidió establecerse en Cali y montar allí su negocio.
Su pequeño negocio, Queen Alika, vende envolturas para el pelo hechas con estampados africanos y telas producidas ecológicamente, productos que celebran su herencia afrocolombiana. Con la ayuda de HIAS, Palacios compró un laminador -una máquina que le ayuda a dar forma a los metales- y amplió su negocio para crear joyas hechas a mano que exploran la relación entre su comunidad y el concepto de territorio.
"HIAS me ha ayudado mucho con la parte financiera de mi negocio, pero también me ha ayudado a mejorar mi imagen de marca y mi presencia en las redes sociales", explica Palacios. A nivel personal, también ha visto cambios importantes. "Después de participar en el curso, creo mucho más en mí misma".
"Ahora entiendo que soy capaz de cumplir mis sueños por mí misma, sin depender de nadie más".
Nanny Palacios
El programa regional de inclusión económica de HIAS en Colombia, Perú y Ecuador es único por inscribir a las participantes en cursos que ofrecen una perspectiva de género. Los cursos garantizan que las mujeres se sientan empoderadas y que desarrollen herramientas para superar las barreras a las que se enfrentan muchas empresarias, como la presión de los miembros de la familia para que se queden en casa o sigan una carrera profesional más tradicional. También trabajan con los participantes masculinos para crear una mayor comprensión de la importancia de la autosuficiencia y la capacitación femeninas para la sociedad. "Ahora entiendo que soy capaz de cumplir mis sueños por mí misma, sin depender de nadie más", afirma Palacios.
Palacios vende sus productos en ferias de artesanía por toda la ciudad, pero también ha encontrado el éxito aprovechando plataformas de redes sociales como WhatsApp e Instagram, y también a través de su página web, donde mantiene a los clientes al día de los nuevos productos y colecciones que lanza.
Yurany Rodríguez lleva con orgullo en el pecho el logotipo de su imprenta. El emblema simboliza un nuevo comienzo para ella y su familia, que llegaron a Cali desde Naguanagua (Venezuela) hace cuatro años. Tras mudarse con sus hijos, su marido y su padre, Rodríguez sabía que los ingresos de su marido no bastaban para mantener a su familia en el extranjero, así que trabajó muchas horas como limpiadora para ayudar a llegar a fin de mes.
Rodríguez nunca imaginó que abriría su propio negocio. Pero un día, su hijo recogió un folleto de un curso de imprenta y, tras hablar del tema, Rodríguez decidió que ambos se matricularían. Poco después, una fundación local la remitió al programa de inclusión económica de HIAS Colombia. El programa la ayudó a empezar a aplicar lo que había aprendido en su curso de imprenta y a convertirlo en un pequeño negocio familiar. "En HIAS aprendí muchísimo. Antes del curso, no tenía ni idea de cómo administrar mi dinero o cómo ahorrar", dice Rodríguez. "Ahora, después de cada pedido que completo en mi negocio, separo dinero para reinvertir".
Con el capital semilla que recibió tras completar el curso, Rodríguez pudo comprar máquinas que le permiten imprimir en diferentes textiles, como tazas, gorras y camisetas, con el diseño que prefieren sus clientes. "El capital inicial me ha sido muy útil, ya que me ha permitido abrir mi negocio y ser mi propia jefa", afirma. "También me ha permitido cuidar de mis hijos, ya que puedo trabajar desde casa y decidir mi horario laboral".
Cuando Jeanette Tello cerró la puerta de su aula de clase por última vez, no estaba segura de si volvería algún día. Tello y su familia se marcharon de Venezuela a Perú hace cuatro años, donde ella esperaba compartir con el mundo su amor por la lengua, los libros y la literatura. Sin embargo, las cosas no salieron como había planeado. Después de años de discriminación y de luchar por conseguir unos ingresos estables, la familia decidió trasladarse a Cali.
A Tello le apasiona ayudar a los jóvenes a cumplir sus sueños y extrañaba enseñar a los niños. Nunca pensó que podría convertir su pasión en un trabajo a tiempo completo lejos de su Venezuela natal. Los profesionales universitarios venezolanos que emigran al extranjero tienen dificultades para convalidar sus títulos universitarios y encontrar trabajos similares a los que desempeñaban en su país de origen. En el caso de los profesores, puede resultar especialmente difícil, ya que deben realizar exámenes adicionales y en muchos países de la región se les restringe el trabajo en escuelas públicas, como es el caso de Colombia.
"Gracias a HIAS, me siento segura de mí misma y capaz. Soy económicamente independiente y también tengo suficiente dinero para mantener a mi familia en Venezuela."
Jeanette Tello
Tello volvió a dar clases después de que su jefe en Cali le preguntara si podía dar clases particulares a su hija para que la niña mejorara su confianza y sus notas. Cuando Tello participó entonces en la escuela de emprendimiento de HIAS Colombia, creó un plan de negocio para abrir una escuela privada de tutoría que pudiera ayudar a más niños de Cali a mejorar su lectura, escritura y matemáticas. "Antes de empezar con HIAS, daba clases particulares a unos pocos niños en un espacio incómodo en casa", dijo. "Ahora, con el capital inicial que me proporcionaron, he montado una sala exclusiva con mesas y sillas para los niños, y también he comprado otros materiales didácticos como libros y una pizarra".
Hoy Tello da clases particulares a un total de 14 niños de su barrio y gana lo suficiente para pagar sus facturas. "Gracias a HIAS, me siento segura de mí misma y capaz. Soy económicamente independiente y también tengo suficiente dinero para mantener a mi familia en Venezuela", afirma.
Tello también recibió una respuesta positiva de su marido cuando le explicó lo que había aprendido sobre igualdad de género en HIAS. "Le hablé a mi marido de la importancia de la igualdad de género y de apoyarnos mutuamente con las tareas domésticas y las facturas, como había aprendido. Me dijo que era estupendo sentir que no estaba solo cuando teníamos dificultades económicas", contó.