Paso 1: Huir del antisemitismo. Paso 2: hacerse famoso. Paso 3: Cambiar el mundo.
Por Rachel Nusbaum, HIAS.org
10 de mayo de 2016
Ha visto su cara, aunque no sepa dónde está. Quizá haya leído algo sobre sus esfuerzos en favor de los refugiados.
Nacida en Uzbekistán, la familia de Milana Vayntrub huyó en 1989 para escapar de la persecución religiosa y la discriminación. "Tenía tres años, así que no recuerdo mucho del proceso de refugio", admite Vayntrub.
Llegaron a Estados Unidos y, con la ayuda de HIAS, acabaron en Los Ángeles. "Nos instalamos en un pequeño apartamento en West Hollywood, gracias a vosotros", dijo Vayntrub a HIAS.org.
"Como inmigrante, pero sintiéndome muy estadounidense, y también como hija de inmigrantes, entiendo el sentimiento de querer un hogar", dijo Vayntrub. "Recuerdo cómo era cuando mis padres no podían ayudarme con los deberes porque no hablaban el idioma, o ser traductora para mis padres. Hice eso MUCHO".
Se topó con la actual crisis de refugiados durante unas vacaciones en Grecia, que abandonó rápidamente en favor del voluntariado. "Lo que más me motivó fue ver a la gente que estaba haciendo algo, y también ver a todas las personas que necesitaban ayuda", dice.
Volvió a casa y creó una organización, Can't Do Nothing (No puedo hacer nada), para animar a la gente a utilizar los medios a su alcance -ya sea tiempo, dinero o simplemente su voz- para enfrentarse ellos mismos a la crisis de los refugiados.
"Lo que más me entusiasma es dar a la gente la oportunidad de hacer algo con las manos, porque creo que eso tiene algo de contagioso. Eres como la piedrecita en el estanque, y eso crea un efecto dominó". Al trabajar con refugiados en su comunidad local, Vayntrub espera que las personas que donan su tiempo a través de cantdonothing. org se conviertan en "personas influyentes en sus comunidades, que inspiren más cambios allá donde vayan".
Una cosa que ha sido crucial para el éxito de Vayntrub a la hora de inspirar a la gente a pasar a la acción es su perspectiva positiva. Su fe inquebrantable en que los esfuerzos individuales pueden ser un catalizador del cambio es contagiosa. Describe su enfoque como decirle a la gente: "esta es la situación, pero... PERO... antes de que te deprimas demasiado por ello, aquí están todas las cosas que estamos haciendo para intentar mejorarla".
"No hay que quedarse de brazos cruzados. Vivimos en una época en la que todos somos influyentes. Todos tenemos amigos en Facebook o seguidores en Instagram que nos escuchan, o al menos suscitan conversación", afirma Vayntrub. "Nadie está indefenso".
Para ilustrarlo, ofrece la siguiente historia, un viejo cuento popular judío:
"Había una boda, y se pidió a todo el mundo que trajera un vaso de vino y lo vertiera en un barril. Luego, a la hora de beber, cada uno llenaba su copa de vino del barril. Así todos tendrían vino, si todos traían vino".
"Una persona pensó: bueno, si todo el mundo trae vino y yo traigo agua, ¿qué más da? Sólo seré un vaso de agua en este gran barril. Se diluirá y nadie se dará cuenta".
"Luego otra persona tuvo esa misma idea. Y otra persona tuvo esa misma idea. Y al final de la boda, había una especie de agua con sabor a vino que todo el mundo bebía".
"La idea es que si suficientes personas piensan que 'yo no importo', entonces no se hace nada. Y acabamos bebiendo esta agua con sabor a vino".
"Si todos comprendemos nuestro poder y el poder de nuestra contribución, podremos lograr el cambio que queremos", afirmó Vayntrub.
Para saber más sobre el proyecto de Milana, visita cantdonothing.org. Si aún no has visto su cautivador minidocumental sobre su voluntariado con refugiados en Grecia, hazte un favor y míralo a continuación.