Declaración ante la Comisión Judicial del Senado sobre el reasentamiento de refugiados
Oct 01, 2015
Declaración presentada ante el Comité Judicial del Senado de los Estados Unidos
Audiencia: "Supervisión del Programa de Reasentamiento de Refugiados de la Administración para el año fiscal 2016: Implicaciones fiscales y de seguridad"
1 de octubre de 2015
HIAS lleva más de 130 años acogiendo a refugiados en Estados Unidos como nuevos estadounidenses. Como organización judeo-estadounidense, HIAS está muy preocupada tanto por el imperativo de rescatar a los refugiados como por proteger la seguridad de nuestro país. Como judíos, apoyamos las políticas que cumplen el mandato de la Torá de "Acoger al extranjero", ya que sabemos que las políticas de reasentamiento eficaces marcan la diferencia entre la vida y la muerte, entre la opresión y la oportunidad de éxito.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo no había vivido una crisis humanitaria de la magnitud de la actual. Casi sesenta millones de personas están desplazadas de sus hogares debido a la violencia y la persecución. Ante un sufrimiento humano de esta magnitud, debemos decidir cómo vamos a responder como nación. En 1945, el presidente Truman señaló que Estados Unidos "puede hacer algo para aliviar la miseria humana y dar ejemplo a los demás países del mundo que pueden acoger a algunos de estos enfermos de guerra. Creo que es esencial que lo hagamos nosotros mismos para mostrar nuestra buena fe al solicitar a otras naciones que abran sus puertas con este fin." Estas palabras siguen siendo válidas hoy en día.
Durante setenta años, Estados Unidos ha sido un ejemplo para el resto del mundo y ha liderado la prestación de ayuda humanitaria y el reasentamiento de los refugiados más vulnerables de todo el mundo. Este liderazgo no ha estado exento de desafíos; sin embargo, hemos sido capaces de superarlos y proporcionar refugio. Como resultado de nuestros esfuerzos hemos prosperado como nación.
Los retos a los que nos enfrentamos hoy no son pequeños. Las tres "soluciones duraderas" en la protección de los refugiados son: repatriación, integración local y reasentamiento. A medida que los conflictos que causan los desplazamientos siguen intensificándose y sin un final a la vista, el regreso a casa no es una opción segura para la mayoría de las personas. La escalada de los conflictos provoca inestabilidad regional y una presión sobre los países de acogida, muchos de los cuales son países en desarrollo, lo que hace improbable la integración local. Esperar a que pase el conflicto tampoco es una opción para muchos. Los refugiados en los países de acogida se enfrentan a viviendas y alimentos inadecuados, acceso limitado a atención médica y psicológica, falta de oportunidades educativas y capacidad limitada para mantenerse a sí mismos. El reasentamiento es la única solución para los refugiados más vulnerables.
El Programa de Admisión de Refugiados de Estados Unidos ha reasentado a tres millones de personas desde que se puso en marcha a principios de la década de 1980. Disponemos de la infraestructura necesaria para reasentar a refugiados de cualquier parte del mundo. Aumentar nuestros esfuerzos actuales requeriría una inversión financiera, sin embargo hay formas de aumentar la eficiencia del programa como eliminar redundancias en el proceso de solicitud.
Toda nación tiene la obligación de mantener a salvo a sus ciudadanos. Por supuesto, Estados Unidos debe asegurarse de que nadie que se reasiente en nuestro país tiene intención de hacer daño. Desde el 11-S, los controles de seguridad de los refugiados son mucho más rigurosos. De hecho, los refugiados son los inmigrantes que pasan un control más exhaustivo. El Departamento de Estado y el Departamento de Seguridad Nacional comparten la responsabilidad de examinar a los solicitantes de refugio. La información biográfica y biométrica de los solicitantes se coteja con múltiples bases de datos de las fuerzas de seguridad y de los servicios de inteligencia, como el Sistema de Vigilancia y Apoyo Consular (CLASS) del Departamento de Estado, que incluye la información de la lista de vigilancia terrorista del gobierno, el Sistema Automatizado Integrado de Identificación Dactilar (IAFIS) de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y el Sistema Automatizado de Identificación Biométrica (IDENT) del Departamento de Seguridad Nacional. Esto se suma a la entrevista en persona realizada por el personal del DHS para determinar la validez de la solicitud del estatuto de refugiado. El sistema está en marcha y es eficaz para descartar a quienes desean hacer daño. Mientras nos esforzamos por perfeccionar este proceso, las preocupaciones en materia de seguridad no deben impedirnos promulgar políticas que salven vidas y redunden en nuestro interés nacional.
Los refugiados reasentados en Estados Unidos tienen la oportunidad de construir una nueva vida. La mayoría de ellos aprovechan esa oportunidad en beneficio propio, pero también en beneficio de las comunidades que los acogen. Los refugiados crean empresas, pagan impuestos y adquieren bienes y servicios. Pueden contribuir a revitalizar las ciudades y crear nuevos puestos de trabajo. Los refugiados también pueden aportar habilidades poco comunes para los estadounidenses, lo que también beneficiará a la sociedad en general. El reasentamiento de los refugiados supone una inversión, pero también un enorme beneficio.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el precio de mantener las puertas cerradas a los refugiados quedó meridianamente claro. Podemos y debemos hacer más para aliviar la crisis mundial de refugiados. Esto no se conseguirá sin dedicar recursos, pero esos recursos se utilizarán para ayudar a quienes se enfrentan a una tragedia indescriptible a ponerse a salvo y reconstruir sus vidas. Estados Unidos debe seguir dando ejemplo al resto del mundo y utilizar sus recursos y experiencia para ayudar a los más vulnerables. El Presidente Truman observó que durante un "periodo de indecible angustia humana no es el momento de cerrar o estrechar nuestras puertas". Debemos tomarnos esto muy a pecho y utilizarlo como guía en estos tiempos de crisis.