Mujeres refugiadas en Chad hornean pan para ganarse la vida

Por Sharon Samber, HIAS.org

Con la masa pegada a las manos, las mujeres se empoderan en los campos de refugiados de Chad.

En una reciente formación para hacer pan, las mujeres aprendieron las técnicas de mezclado, enrollado, trenzado, glaseado y horneado de la masa, todo ello parte de un proyecto financiado por ACNUR y el Departamento de Estado de EE.UU. y dirigido por HIAS en seis campamentos diferentes de Iriba.

Al principio, se seleccionó a un pequeño grupo de mujeres para la actividad, pero con el éxito del grupo inicial y la financiación adicional de ACNUR, HIAS ayudó a facilitar formación a 214 mujeres vulnerables de comunidades de refugiados y de acogida. ACNUR concedió 15.000 dólares a HIAS para este proyecto.

En los seis campamentos-Iridimi, Touloum, Amnabak, Amdjarass, Mile y Kounoungou- las mujeres procedían de todos los ámbitos de la vida. Son supervivientes de la violencia sexual y de género; viudas; mujeres divorciadas y abandonadas; mujeres con discapacidades; y chicas jóvenes que han abandonado la escuela. El programa se desarrolló durante meses en distintos lugares el verano y el otoño pasados.

La intención de este tipo de programa es empoderar a las mujeres mediante la búsqueda de ingresos innovadores para ganarse la vida. La fabricación de pan ayuda a las mujeres a generar ingresos dentro de la seguridad del campamento. Para los refugiados es difícil sobrevivir cuando están confinados en los campos y no tienen acceso a un empleo remunerado para alimentar a sus familias.

Ahora las mujeres pueden mantener a sus familias con los ingresos que obtienen de la venta del pan. Además, como los campos de refugiados están situados en zonas alejadas de las ciudades, tanto los refugiados como los trabajadores humanitarios se alegran de tener la oportunidad de comprar pan recién hecho a las mujeres.

Las habilidades que adquieren las mujeres y niñas les permiten seguir adelante con sus vidas, especialmente a las supervivientes de la violencia sexual y de género, ya que participar en la formación y pasar tiempo juntas les resulta terapéutico.  

Un participante dijo: "Es la primera vez en el campo que una ayuda beneficia a todos, tanto a los refugiados como a los miembros de la comunidad de acogida. También es una forma de empoderamiento y autosuficiencia de las mujeres". Añadió que la calidad del pan era tan buena que deberían encargarlo restaurantes y cafeterías.

Para algunos, la elaboración del pan les da una sensación de respeto, algo que sienten que habían perdido.

Una madre soltera de cuatro hijos que se benefició de la formación dijo: "Aprendí a hacer diferentes tipos de pan y esto se ha convertido en mi fuente de sustento. Ahora puedo cuidar de mis hijos y enviarlos a la escuela como los demás niños."

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