La desesperación empuja a miles de personas Tapón del Darién
Por Sharon Samber, HIAS.org
27 de octubre de 2021
Actualización 15/12/21: HIAS Colombia se encuentra actualmente en terreno realizando una evaluación de necesidades para identificar las brechas de protección de la población refugiada y migrante que intenta cruzar a territorio panameño.
La indómita naturaleza salvaje de Panamá Tapón del Darién puede ser hermosa, pero si se mira de cerca hay mucho peligro en medio de la belleza.
En la provincia más grande de este país centroamericano, miles de refugiados, en su mayoría haitianos, venezolanos y cubanos, intentan cada semana el peligroso viaje a través de Colombia hasta Panamá y puntos del norte. Migrantes de África, el sur de Asia, Oriente Medio y el Caribe atraviesan una zona selvática y salvaje, sin carreteras y plagada de violencia de bandas. Sin embargo, este viaje no es un fenómeno nuevo.
La carretera panamericana que se extiende desde Prudhoe Bay, en Alaska, hasta Quellón, en Chile, es continua aparte del "eslabón perdido" que atraviesa la casi infranqueable selva tropical de Darién. Durante años, la gente ha arriesgado su vida para atravesar esta peligrosa combinación de montañas, pantanos y lagunas en un intento de llegar a Estados Unidos. Muchos han muerto en el intento.
Pero en los últimos años, y especialmente en 2021, las cifras han aumentado considerablemente. Las personas que hacen la travesía de 3 a 7 días han informado de que han visto cadáveres y hay muchas historias de bandas y robos, así como incidentes de violencia basada en género (VBG) y numerosos heridos.
HIAS, que tiene operaciones bien establecidas en Panamá y en las vecinas Colombia y Costa Rica, ha enviado recientemente a varios miembros de su personal a la región y está evaluando si puede hacer más para ayudar a quienes huyen de la violencia. Ahora mismo es la estación seca y se espera que aumenten los flujos migratorios, con algunas estimaciones de 100.000 personas intentando cruzar.
En un reciente viaje de evaluación a Darién, Ignasi Calbo, director regional adjunto de HIAS para América Latina, se unió a Roberto Mera, director de HIAS Panamá, para conocer de primera mano la situación. Hay tres puntos principales de entrada y cruce de ríos y dos estaciones migratorias principales donde los migrantes deben detenerse.
Calbo señaló el intenso ritmo de las llegadas -entre 600 y 800 personas llegan cada día-, así como la presión sobre las pequeñas comunidades indígenas de acogida. También señaló la prevalencia de la violencia sexual en los cruces y las necesidades de salud mental de mujeres y niños.
"Podemos hacer un trabajo muy bueno", dijo Calbo. "Es urgente proteger a estas personas, especialmente a las mujeres y niños más vulnerables. La violencia sexual es un problema rampante en los cruces. Podemos proporcionar salud mental a mujeres y niños. Necesitamos ampliar las operaciones dada la dimensión de las necesidades humanitarias".
Tras atravesar la selva de Darién, la gente cruza el río Tuquesa en canoas motorizadas hasta Bajo Chiquito, el primer punto de entrada para refugiados y migrantes. En las canoas caben unos 15 pasajeros a la vez durante el viaje de hora y media. Mera explicó que el pueblo, donde los migrantes se registran en el Servicio Nacional de Migración, sólo tiene entre 200 y 300 habitantes. El proceso de registro se centra en cuestiones de seguridad y es la principal fuente de estadísticas para el gobierno. Los refugiados permanecen en la zona uno o dos días, dependiendo de las condiciones meteorológicas, y luego siguen hacia el norte.
HIAS Panamá ya está implementando un proyecto de respuesta VBG con el apoyo de UNICEF en Lajas Blancas y San Vicente (ambos refugios temporales de migración), pero Calbo predijo que a medida que COVID-19 continúe impulsando la migración y las políticas gubernamentales cambien, la situación seguirá siendo complicada y las agencias de asistencia a los refugiados tendrán que adaptarse a las crecientes necesidades.
"HIAS puede marcar una gran diferencia", dijo. "Podemos ayudar a la gente, especialmente a las mujeres y los niños, después de cruzar el Paso del Darién y ayudarles a estar a salvo".