En el Darién, una hija de refugiados ayuda a personas recién llegadas
Por Mar Sabé Dausà
Especialista en comunicación, HIAS
23 de noviembre de 2022
Benilda Murillo, de 51 años, trabaja para HIAS desde junio de 2021. Pasa tres noches a la semana en la comunidad indígena de Canaán Membrillo, donde responde a las necesidades básicas de las miles de personas que llegan cada día a pie, a través de una de las fronteras más peligrosas del mundo: la Tapón del Darién, la selva que separa Colombia de Panamá.
Benilda no es ajena a Tapón del Darién. Cruzó esta misma selva cuando era un feto en el vientre de su madre, una migrante colombiana, y creció en la cabecera de un río en la región de Darién. Se licenció en Desarrollo Comunitario por la Universidad de Darién a los 40 años, tras años de experiencia en el trabajo con comunidades de la zona, y ahora promueve proyectos de HIAS en la provincia. Con HIAS, el trabajo de Benilda consiste en orientar a refugiados y migrantes a lo largo del viaje, prestando especial atención a las mujeres que, en muchos casos, han sufrido violencia basada en género.
Según las autoridades panameñas, de enero a octubre de 2022 alrededor de 211,355 personas pasaron por la selva del Darién. Muchas procedían de Venezuela, Cuba y Haití, pero algunas viajaron desde lugares tan lejanos como Bangladesh, Pakistán y Ghana. HIAS fue la primera organización en operar en la comunidad de Canaán Membrillo, que tiene 300 habitantes, y era la única que operaba en el momento de esta entrevista.
"Como 'dariénita' me encanta estar aquí", dice Benilda, y añade que, como "hija de emigrantes colombianos, puedo identificarme con quienes conozco".