Opinión: Una persona nombrada por Biden que lleva en sí misma la historia judía
09 dic 2020
(Mark Makela/Getty Images)
Este artículo de opinión apareció originalmente en The New York Jewish Week.
El Presidente electo Joe Biden anunció que Alejandro Mayorkas es su candidato a Secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). De ser confirmado, Mayorkas será el primer latino en dirigir el departamento responsable de la aplicación de la política de inmigración estadounidense. Significativo para mí como líder de HIAS -la agencia mundial de refugiados de la comunidad judía estadounidense- también será el primer secretario del DHS que haya sido refugiado e hijo de refugiados.
Más conocido como Ali, Mayorkas es mi amigo y colega desde hace mucho tiempo, y este año ha formado parte de la junta directiva de HIAS. La familia de Ali huyó de Cuba a Estados Unidos cuando él aún no tenía un año; su madre llegó a Cuba años antes siendo una niña que huía del Holocausto.
Mientras Estados Unidos trabaja para recuperarse y reconstruirse de cuatro años de políticas antiinmigrantes xenófobas y despiadadas, es difícil exagerar la importancia de tener a una persona empática con las habilidades y la experiencia de Ali tomando las riendas del DHS. Sus años como fiscal federal en California, su etapa como director del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (ISCIS) y subsecretario del DHS bajo la presidencia de Obama, y su trabajo como uno de los principales artífices del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) lo convierten en una persona excepcionalmente apta para afrontar la enormidad de la tarea que tiene ante sí, pero más que eso, lleva dentro de sí la historia que tantos inmigrantes y refugiados llevan -y más allá incluso de eso, lleva la propia historia judía.
Hace ciento cuarenta años, cuando se fundó HIAS, nuestra misión original era ayudar a rescatar y satisfacer las necesidades de los refugiados judíos que llegaban a Nueva York. Por aquel entonces, oleadas tras oleadas de judíos huían de los pogromos del Imperio ruso. Desde entonces hemos ayudado a evacuar y reasentar a judíos que escapaban del Tercer Reich, la Unión Soviética, Egipto, Etiopía y Cuba. En la década de 1970, en respuesta a la crisis de refugiados de Indochina, nuestra misión se amplió para incluir también el reasentamiento de no judíos. Empezamos ayudando a los refugiados porque eran judíos; ahora ayudamos porque somos judíos.
Ali y su familia representan gran parte de la narrativa judía en ese arco. La familia rumana de su madre se vio atrapada en la embestida nazi y huyó de su hogar hacia lugares totalmente desconocidos. El padre de Ali, un judío cubano de origen sefardí, conoció y se casó con la refugiada europea. Ambos formaron una familia, fusionando diferentes mundos de la cultura judía. Después, esa joven familia se vio obligada a huir de nuevo y Ali abandonó Cuba y creció en Los Ángeles, para acabar trabajando como líder en la Administración Obama y, más recientemente, con nosotros para rescatar, reasentar y acoger a otros refugiados.
Hay pocas comunidades que hayan sobrevivido a la clase de convulsión a la que se ha enfrentado el pueblo judío en cada etapa de nuestra historia, generación tras generación, siglo tras siglo. Llevamos dentro pérdidas insondables y cicatrices terribles, pero también fortaleza, resistencia y las lecciones que nos enseña una historia tan dolorosa.
Sabemos que el "nunca más" debe pasar de ser una aspiración a ser una realidad, no sólo para el pueblo judío, sino para todos los pueblos perseguidos.
Sabemos lo vital que es proteger el derecho de las personas perseguidas a buscar asilo y disfrutar de él; sabemos que el derecho al refugio es universal y debe lucharse por él con determinación; y sabemos que el "nunca más" debe pasar de ser una aspiración a ser una realidad, no sólo para el pueblo judío, sino para todas las personas perseguidas.
Ver a alguien que comparte esa historia y esas lecciones nominado para dirigir la aplicación de la política de inmigración de Estados Unidos dice mucho, no sólo sobre la importancia de la inmigración para el carácter de esta nación, sino sobre el papel de la comunidad judía en la historia de Estados Unidos.
El lugar de nuestra comunidad en esa historia comenzó, en palabras de la poetisa y antigua trabajadora social de HIAS Emma Lazarus, como los cansados, los pobres, las masas apiñadas, anhelando respirar libres. Al igual que Ali, la comunidad judía estadounidense debe su propia existencia a aquellos tiempos en los que Estados Unidos abrió sus puertas a refugiados e inmigrantes.
Ali no sólo es un líder fuerte y muy respetado, sino que, sencillamente, conoce el corazón del extranjero. Como latino, hijo de un superviviente del Holocausto, refugiado e inmigrante, Ali está especialmente capacitado para restaurar el respeto por los derechos humanos en el Departamento de Seguridad Nacional, entre otras cosas porque sabe, al igual que HIAS, que Estados Unidos es mejor cuando no construimos muros, sino puentes.