Ucrania desarrolla su compromiso con los derechos de los menores no acompañados

Por Olga Morkova, becaria de HIAS

Tras algo más de un año trabajando en HIAS en Ucrania, me concedieron una beca Fulbright para estudiar derechos humanos y derecho de los refugiados en Estados Unidos. Estudiar en Washington DC me ha brindado la oportunidad de conocer HIAS aún mejor. He podido reunirme con colegas que hacen el mismo trabajo que nosotros en Ucrania -ayudar a los refugiados y promover los derechos humanos- pero al otro lado del océano Atlántico, donde la economía y los valores de la democracia y la ayuda al extranjero están más desarrollados.

Haber estado afiliada a HIAS en ambos lugares ha aumentado mi confianza en la misión y la dedicación de la organización para apoyar a los necesitados. Ver el sistema de asilo ucraniano desde esta nueva perspectiva me permite valorar la comparativa libertad de Ucrania frente a la burocracia, pero también aumenta mi preocupación por el relativamente bajo nivel de respeto del país por el Estado de Derecho y los derechos humanos. Sin embargo, teniendo en cuenta que Ucrania es un país joven con una legislación y una política de inmigración incipientes, tengo la esperanza de que los avances se hagan más evidentes y Ucrania sirva pronto de ejemplo de nación que respeta a quienes necesitan protección.

Uno de los mayores avances que he observado a través de mi trabajo es un cambio en la política de Ucrania en su trato a los menores no acompañados. En 2011-2012, supervisé el centro de detención de migrantes de Ucrania, donde tuvimos que lidiar con numerosas detenciones de menores de entre 15 y 17 años, procedentes principalmente de Afganistán y Somalia. Sin embargo, desde agosto de 2012, al parecer Ucrania ha dejado de incumplir sus obligaciones nacionales e internacionales al evitar la detención prolongada de menores inmigrantes.

Los problemas relacionados con la detención de menores se debieron a varios factores. En primer lugar, había lagunas en la legislación nacional. En particular, la ausencia de procedimientos eficaces de evaluación de la edad de los menores indocumentados llevó a la detención de muchos niños como si fueran adultos. En segundo lugar, Ucrania no estipula adecuadamente la liberación automática de los inmigrantes cuando reciben una decisión sobre su caso de asilo. De hecho, el detenido tiene que iniciar un procedimiento judicial aparte para solicitar su puesta en libertad. Teniendo en cuenta los retrasos del sistema judicial ucraniano -que no cuenta con tribunales de inmigración separados- y la falta de acceso de los detenidos a asistencia letrada, la espera para la puesta en libertad puede resultar a menudo larga y agotadora para quienes necesitan protección de su país de acogida. Por último, la ausencia de voluntad política en Ucrania con respecto a los derechos de los niños fue otro factor en la detención de menores no acompañados. Sin embargo, a medida que veamos avances en la atención a los menores refugiados, es probable que las autoridades de inmigración ucranianas avancen hacia la materialización de la responsabilidad mutua por las catástrofes y otros conflictos que ocurren fuera de sus fronteras.

Aunque sin duda debemos aplaudir los avances del Gobierno, no hay que subestimar el papel de las organizaciones no gubernamentales e internacionales en este proceso. Durante mi trabajo con HIAS en 2011-2012, observé y participé en numerosas intervenciones estratégicas y de emergencia a través de las cuales HIAS y nuestros colegas sobre el terreno detuvieron deportaciones de niños, consiguieron la liberación de menores detenidos e iniciaron casos ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Estos éxitos de colaboración ponen de relieve que el cambio se produce a través de los esfuerzos mutuos de las personas y las organizaciones que se preocupan, así como a través de la labor de los gobiernos.   

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